Para Amada, tejer palma no solo representa su fuente de ingresos, sino también una forma de entregar a las personas un pedazo de su alma y corazón. Aprendió este oficio de su suegra, y desea compartirlo con las nuevas generaciones, convencida de que así se preservan vivas sus tradiciones.

Entre las piezas que elabora se encuentran bolsas, petates y tenates. Ella cree que su estado de ánimo influye en el resultado, ya que cuando está contenta, suele crear piezas más coloridas.

Concepción Abrego es cocinera de comida tradicional oaxaqueña. Aprendió el oficio junto a su hermana, guiada por una de sus tías y observando con atención a las personas mayores del pueblo. 

Se siente profundamente orgullosa de su labor, pues durante varios años trabajó en un comedor comunitario donde alimentaba a estudiantes, trabajadores del municipio y visitantes que llegaban a la región. Además, su talento quedó plasmado en un libro de cocina, en el que participó elaborando unos chiles rellenos que reflejan el sabor y la tradición de Oaxaca.

Edi es artesano y domina la técnica del tallado en piedra. Desde muy pequeño se sintió atraído por este oficio, que con el tiempo aprendió de su padre y de los mayores del pueblo.

Orgulloso de pertenecer a la cultura zapoteca, esculpe figuras que representan a sus dioses y a la naturaleza. Sueña con compartir sus conocimientos y enseñar tanto el oficio como el idioma zapoteco a las niñas y niños de su comunidad, para mantener viva la herencia de sus raíces.

Levi es artesano textil de la comunidad zapoteca de Mitla, en Oaxaca. A través de su trabajo busca preservar los textiles tradicionales de su pueblo, un legado que aprendió de los maestros artesanos de su comunidad.

Domina tanto el telar de pedal —introducido durante la época de la conquista y adaptado por los zapotecos— como el telar de cintura, una herencia ancestral que forma parte de su identidad. Levi se siente orgulloso de ser de Mitla y de pertenecer a una comunidad cuya voluntad y compromiso mantienen vivas sus tradiciones y su cultura.

Asunción es artesana textil y trabaja con el telar de cintura, una técnica que aprendió de su abuela. Primero le enseñó a torcer el hilo y, con el tiempo, a tejer. Hoy, elabora principalmente fajas de algodón, bolsas, centros de mesa y morrales. 

Algunas de sus piezas narran historias de la cultura zapoteca —como el inicio de la fiesta patronal o las danzas de la Guelaguetza—, mientras que otras destacan por sus diseños ornamentales. Su mayor deseo es que las nuevas generaciones aprendan alguna técnica artesanal, para que la cultura y las tradiciones de su pueblo continúen vivas. 

Aniceto es artesano del barro negro y su especialidad son las muñecas tradicionales de la región, inspiradas en los bailes de la Guelaguetza. Con 27 años de experiencia, comenzó modelando pajaritos, animales, ollas y utensilios de cocina. Aprendió este oficio de su madre, quien le transmitió el amor por el trabajo artesanal. 

Se siente profundamente orgulloso de crear piezas con sus propias manos y sueña con que las nuevas generaciones continúen trabajando el barro negro, para que el legado de su cultura permanezca vivo. 

Elpidio es artesano de madera tallada, oficio de su padre y su abuelo, continuando una tradición familiar que ha perdurado con el tiempo. 

Sus figuras representan tonas y nahuales: la tona es un animal protector asociado a la fecha de nacimiento, según el calendario zapoteca, mientras que el nahual es una persona puede transformarse en animal. Se decoran con grecas que evocan el hogar, la unión y las raíces de su región.

Sueña con que los jóvenes mantengan viva esta tradición y la lleven aún más lejos.