Cuando estamos evaluando la idea de comprar una casa, lo primero que podemos pensar es en el costo total. Es una cantidad elevada que podría verse como un gasto muy grande, sin embargo, la meta de tener un hogar propio es más posible de lo que imaginas. Considera esto: cada mes el pago de tu renta se va directamente a tu casero y siempre salen otros gastos como mejoras y remodelaciones para un espacio que no es tuyo y que tienes que pagar tú. Estos gastos son variables, pues cada año te pueden subir la renta y hay ocasiones donde una reparación, en apariencia pequeña, puede ser más costosa de lo que esperas.

Por el contrario, la otra posibilidad puede brindarte mayor claridad: comprar tu casa es una inversión, pues los pagos que realices, mes con mes, son para consolidar algo que será tuyo. 

Antes de que des el salto y tomes una decisión, explora y utiliza herramientas que te permitirán descubrir cuánto podrías pagar al mes por la casa que quieres. Recuerda: puedes tener tu propia casa sin endeudarte de más. Una vez que tengas un aproximado de tu mensualidad, haz números y compara tu sueldo, tus gastos y tu capacidad de ahorro.  Un ejercicio que te puede ayudar a saber si es el momento de dar el salto es intentar, cada mes, ahorrar un monto similar a lo que pagarías de hipoteca. Esto te va a permitir tener un colchón y, además, te ayudará a sentirte capaz de pagar esa misma cantidad mes con mes. 

En pocas palabras: el pago de una renta es un pago que haces para consolidar el patrimonio de otra persona, ignorando el tuyo. ¡Invierte en tu propia casa! Cada mes pagarás por tu propio patrimonio, en pagos fijos y claros desde un primer momento. ¿Te animas a dar el salto?