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Inversiones socialmente responsables (ESG)

31 jul. 2020

“Un gran poder conlleva una gran responsabilidad” Franklin D. Roosevelt

Se ha vuelto común escuchar por varios medios sobre empresas que dañan los recursos naturales, plataformas que no protegen la información de sus usuarios o compañías involucradas en temas de corrupción y fraude. Pareciera que algunas decisiones apresuradas en el corto plazo en realidad generan impactos negativos en el largo, generando pérdidas a sus inversionistas. Como empresarios, analistas o inversionistas, ¿es posible reducir estos riesgos? ¿Cómo hacer frente a lo que es responsabilidad de todos?

Las inversiones socialmente responsables (ESG, por sus siglas en inglés, Enviromental, Social and Governance), son inversiones de largo plazo que, adicionalmente a los criterios tradicionalmente conocidos, buscan optimizar la relación riesgo-rendimiento al reducir riesgos no financieros en factores que son complejos de cuantificar y que generan un beneficio social. Es decir, son inversiones que buscan un resultado económico de largo plazo con impacto social positivo.

Los criterios ESG se dividen en tres grandes grupos: ambientales, sociales y prácticas de gobierno corporativo. El primer grupo es el ambiental; aquí se consideran las iniciativas conocidas como “iniciativas verdes”, en las cuales las empresas procuran reducir los niveles de contaminación y disminuir el impacto por el cambio climático. Estas iniciativas se pueden observar en acciones como la reducción de emisiones de carbono, reciclaje, manejo del agua, gestión de residuos y el uso de energías renovables. 

El segundo grupo es el social, y se consideran factores relacionados con el capital humano y la interacción entre estos. Algunos ejemplos son la protección de datos personales, el respeto a los derechos humanos, la aceptación a la diversidad de género, la relación de la empresa con los clientes, así como las iniciativas filantrópicas. 

Por último, en el grupo de prácticas de gobierno corporativo, las iniciativas ESG se enfocan en temas de ética y anti-corrupción relacionadas principalmente con los accionistas y la gestión de la compañía.

Definir el inicio de los criterios socialmente responsables es un tanto complejo, sin embargo, se considera que uno de los primeros símbolos formales de sostenibilidad es el lanzamiento del primer Índice “Dow Jones Sustainability Index” en 1999. En seguimiento a este lanzamiento, en 2006, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) presentó, tras la colaboración de un grupo de inversionistas, sus Principios para la Inversión Responsable (PRI, por sus siglas en inglés) los cuales consisten en seis puntos generales y voluntarios creados con la finalidad de sensibilizar a los inversionistas sobre los efectos de la sostenibilidad e incentivarlos a integrarlos en su toma de decisiones. Estos dos factores toman mayor fuerza en el mercado cuando en 2008, tras la crisis financiera, los inversionistas se enfocan en las inversiones de largo plazo considerando factores que reduzcan riesgos no financieros, es decir, consideran con mayor énfasis los criterios ESG. 

En esta nueva realidad se ha vuelto indispensable crear mayor conciencia de las responsabilidades y riesgos que se tienen en la toma de decisiones, no solo desde el aspecto financiero, sino considerando factores que van más allá de la materia. Ya sea como inversionistas, empresarios o analistas, la inversión sostenible se está convirtiendo en una opción para reducir riesgos, así como un factor de decisión significativo ante un mundo cada vez más volátil e incierto. 

Bárbara Grande
Associate Product & Market Intelligence 
BBVA Asset Management
barbara.grande@bbva.com

Esta es una colaboración para la columna "Finanzas para Todos" del periódico El Economista. Consulta también la nota aquí.