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Los hijos: Pandemia, dinero, felicidad…

13 nov. 2020

Mauricio Rubio

Una de las grandes lecciones de este año ha sido la forma en relacionarse con el dinero sin importar el estrato social o cultural.

Si bien es cierto que hasta hace pocos meses, buena parte de la idea de la felicidad en una sociedad como la actual ha estado basada en la acumulación de riqueza (“el dinero no es la felicidad pero se acerca bastante”, es un dicho que se escucha en muchas partes), la pandemia, el confinamiento, la reapertura y la denominada “nueva normalidad” han hecho que la sociedad se replantee  muchas de las conductas y actitudes frente a lo material, y son una oportunidad para que, por un lado, se reoriente la relación con el dinero, la economía y la sociedad,  y por otro, una oportunidad aún mayor para enseñar a los hijos a tener una mejor relación con el dinero, que les permita identificarlo en una dimensión más objetiva. 

Muchas familias han sufrido el impacto demoledor de una grave crisis que ha cambiado totalmente su realidad, otras tantas han tenido que modificar drásticamente sus hábitos y cantidades de consumo y otras, más privilegiadas, solamente han limitado algunos gastos porque no hay cómo ejercerlos como solían hacerlo. 

Todos en mayor o menor medida la relación con el dinero ha sido de formas diferentes durante estos meses. Los hijos (sobre todo de los menores de edad), hoy están más conscientes que el dinero es finito, que los ahorros sirven para hacer frente a una situación complicada, que efectivamente si no hay trabajo, no hay dinero y que, en algunos casos afortunados, la posibilidad de ayudar a otros es un valor que genera recompensa tanto en quien recibe, pero sobre todo en quien la ofrece y otorga; es decir, algunos comienzan a familiarizarse con el valor de la generosidad. 

Dicen que los niños son “esponjas” y cierto es que estas circunstancias que les ha tocado vivir son complejas, sin embargo, dentro de la adversidad también hay oportunidad: son momentos en que los adultos deben reinventarse, recalcular objetivos, buscar alternativas y salir adelante de formas hasta hace poco, posiblemente no pensadas. Pero esta oportunidad es dorada para ayudar a los hijos a identificar valores que probablemente algunos no se habían considerado con seriedad: el valor del trabajo, el ahorro, la prevención, la generosidad, la salud, el bien común, pero, sobre todo, que la felicidad no se mide en pesos o en dólares, autos o propiedades. No se trata de romantizar la escasez. Se trata de ayudar a que estos niños, logren ser más felices y menos dependientes solamente del dinero, de forma que puedan, dentro de algunos años, crecer con una mejor cultura financiera, sepan invertir y vivir mejor.

 

Mauricio Rubio Martinez
Head of Institutional and Corporate Sales -  BBVA Asset Management
mauricio.rubio@bbva.com


Esta es una colaboración para la columna "Finanzas para Todos" del periódico El Economista. Consulta también la nota aquí.