Flexibilidad: una pequeña y mediana empresa tiene la oportunidad de ofrecer mayor flexibilidad a sus clientes y adaptar mejor la dinámica de servicio, pago o compra, pues al no ser tan grande, puede ser menos rigurosa con su modelo de negocios.
Adaptabilidad al cambio: una Pyme tiene mayor facilidad de adaptarse a los cambios, puede cambiar rápidamente la dirección del negocio, el canal de venta o hasta la forma de operación. Contrario a una gran compañía, una Pyme no necesita pasar por tantos filtros de aprobación y burocracia para tomar decisiones y modificar el modelo o dinámica de negocio que llevan. Esto es favorecedor principalmente en tiempos de crisis pues pueden buscar alternativas y adaptarse mucho más rápido a situaciones apremiantes.
Apoyo para crecimiento: las pequeñas empresas tienen acceso más fácilmente a múltiples apoyos y créditos para Pymes, mismos que pueden aprovechar para hacer crecer su negocio a corto plazo. Además, algunos de estos créditos vienen acompañados de asesoría profesional, por lo que vale la pena aprovecharlos.
Ante una crisis, es más fácil que una Pyme sobreviva, ya que sus gastos fijos son menores y pueden ser cubiertos durante un tiempo con créditos, en lo que vuelve a la estabilidad.
Prácticamente las ventajas de las pymes se basan en la inmediatez con la que pueden tomar decisiones o modificar el rumbo del negocio, debido a la falta de un protocolo estricto o mucha burocracia, así como el apoyo que pueden recibir y lo mucho que pueden crecer debido a su fortaleza de flexibilidad.